Eso es lo que significa la palabra quechua Pucallpa, ciudad
en la que me encuentro desde hace cinco días realizando trámites y esperando el
vuelo a Purús. Afortunadamente tengo una activa vida social, gracias a Waldemar
Soria Rodríguez, prestigioso profesor y escritor residente aquí.
Es la segunda vez que estoy en Pucallpa. La primera fue
durante la Expedición Gran Amazonas. En aquel entonces, año 1983, la ciudad se
limitaba a lo que hoy es la Plaza de Armas y unas pocas cuadras alrededor. En
el extrarradio había una zona de Nuevos Pobladores que actualmente no ubico
pero que a buen seguro es uno de los muchos barrios que conforman la ciudad.
Llama la atención la existencia en permanente circulación de
miles de motocarros, sistema de desplazamiento barato y cómodo. Es un índice de
que la ciudad es muy extensa y de que tiene una clase media muy numerosa y
próspera, formada fundamentalmente por pequeños comerciantes.
Viaje en motocarro
Está comunicada con el exterior por tierra a través de la
Carretera Central, como ya comenté, por un aeropuerto y, vía fluvial, por el
río Ucayali, que da nombre a la región y que la recorre de sur a norte. En el
puerto fluvial, el segundo en tráfico después de Iquitos, existen barcos que unen las poblaciones ribereñas y lanchas
rápidas que hacen el mismo trayecto en la mitad o menos de tiempo y a un precio
algo mayor.
A diferencia de Brasil, en donde la selva colonizada ha
desaparecido como tal, aquí se ha mermado mucho pero aún permite al visitante
darse cuenta de que está en la Amazonía. Como anécdota que apoya esta
aseveración he aquí una noticia del diario “Al día” sobre un oso hormiguero
despistado:
Otro detalle que te recuerda dónde estás, son las lluvias
torrenciales, como la que descargó el otro día tanta agua en unos cuarenta o
cincuenta minutos como en Valencia en todo el año.
Lluvia en Pucallpa
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