lunes, 8 de agosto de 2016

012 – TIERRA COLORADA

Eso es lo que significa la palabra quechua Pucallpa, ciudad en la que me encuentro desde hace cinco días realizando trámites y esperando el vuelo a Purús. Afortunadamente tengo una activa vida social, gracias a Waldemar Soria Rodríguez, prestigioso profesor y escritor residente aquí.
Es la segunda vez que estoy en Pucallpa. La primera fue durante la Expedición Gran Amazonas. En aquel entonces, año 1983, la ciudad se limitaba a lo que hoy es la Plaza de Armas y unas pocas cuadras alrededor. En el extrarradio había una zona de Nuevos Pobladores que actualmente no ubico pero que a buen seguro es uno de los muchos barrios que conforman la ciudad.
Llama la atención la existencia en permanente circulación de miles de motocarros, sistema de desplazamiento barato y cómodo. Es un índice de que la ciudad es muy extensa y de que tiene una clase media muy numerosa y próspera, formada fundamentalmente por pequeños comerciantes.



Viaje en motocarro
  
Está comunicada con el exterior por tierra a través de la Carretera Central, como ya comenté, por un aeropuerto y, vía fluvial, por el río Ucayali, que da nombre a la región y que la recorre de sur a norte. En el puerto fluvial, el segundo en tráfico después de Iquitos, existen barcos que unen las poblaciones ribereñas y lanchas rápidas que hacen el mismo trayecto en la mitad o menos de tiempo y a un precio algo mayor.
A diferencia de Brasil, en donde la selva colonizada ha desaparecido como tal, aquí se ha mermado mucho pero aún permite al visitante darse cuenta de que está en la Amazonía. Como anécdota que apoya esta aseveración he aquí una noticia del diario “Al día” sobre un oso hormiguero despistado:



Otro detalle que te recuerda dónde estás, son las lluvias torrenciales, como la que descargó el otro día tanta agua en unos cuarenta o cincuenta minutos como en Valencia en todo el año.

Lluvia en Pucallpa

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