viernes, 5 de agosto de 2016

008 - HACIA EL VERDE POR EL INFIERNO

Los cursis y los aventureros a la violeta, titularían esta entrada “hacia el infierno verde”, haciendo alusión a la selva calificándola de infernal. Con carácter general, lo que está en la Tierra no es el infierno. La naturaleza no es infernal.
Pucallpa es la capital del Departamento de Ucayali y de la provincia Coronel Portillo, una de las cuatro de que consta el departamento. Las otras son: Atalaya (capital Atalaya), Padre Abad (capital Aguaytía) y Purús (capital Puerto Esperanza).



Elegí venir en autobús desde Lima a Pucallpa por ver el paisaje, aunque ya sabía que de las dieciocho horas de viaje doce serían nocturnas.
De norte a sur, Perú se divide en tres franjas: el desierto de la costa, los Andes y la selva amazónica. Lima es después de El Cairo, la segunda ciudad más poblada situada en un desierto. Bebe del río Rimac; el mismo que inspiró a Chabuca Granda el vals peruano  “La flor de la canela”   (aunque en España lo popularizó María Dolores Pradera). La llamada Carretera Central sigue su curso hasta Chicla, a lo largo de un cañón profundo de una austera belleza.
Luego la oscuridad de la noche cerró los paisajes de La Oroya, Cerro de Pasco, Huanuco y Tingo María. Por Aguaytía el incipiente alba apenas permitía ver el río desde el puente colgante (el más largo del Perú con ochocientos metros) del mismo nombre que el pueblo y que el río. Según se iniciaba el día se podía apreciar la selva, intensamente colonizada y explotada.
Una descripción detallada de este recorrido se puede encontrar en la obra de los hermanos Georgescu.



Los hermanos Constantino y Paul Georgescu Pipera, dos profesores universitarios venezolanos, recorrieron en 1982, los ríos sudamericanos desde Buenos Aires, Río de la Plata hasta el Orinoco, estudiando la posibilidad de encontrar una vía navegable con eje norte-sur, aprovechando que la conexión de la cuenca del Amazonas con la del Orinoco ya existe de manera natural a través del llamado Canal del Casiquiare entre el río Negro y el Orinoco.
Uno de los hermanos, no recuerdo cuál, se reunió a la expedición en Pucallpa, procedente de Lima, con los suministros necesarios para continuar el viaje por el río Ucayali. En el libro citado describe el trayecto que se comenta.
Yo tuve noticia de esta expedición al año siguiente, 1983, descendiendo el Urubamba. En una primera ocasión en una base de petroleros, donde nos comentaron que la expedición previa (entonces el Alto Urubamba era una región aislada. Hoy día padece un intenso tráfico fluvial generado por las bases petroleras que explotan el gas de Camisea y continúan con las prospecciones en el Itsmo de Fitzcarraldo) había sufrido un ataque en el río Mishaua  (probablemente por parte de nahuas) hiriendo de un flechazo a uno de los expedicionarios.



Tres semanas después volví a oir de esta expedición en la Colonial Penal del Sepa, en dónde olvidaron un teleobjetivo Nikon de 300mm.



Ya estoy en “lo verde”. ¿Y el infierno? El infierno fue la sentada de dieciocho horas (el autobús lleva un aseo) ininterrumpidas en sillones no lo suficientemente cómodos para tan largo período.

Los sucesivos gobiernos peruanos quieren poner límites al excesivo número de víctimas en accidentes de autobús. Han regulado mucho los controles de velocidad y los autobuses llevan en la cabina de pasajeros un display que muestra continuamente la velocidad del bus. No está mal pero estaría mejor si el autobús llevara dos conductores turnándose y se hiciera una parada de diez-quince minutos cada 4 ó 5 horas. El conductor se recuperaría y los viajeros también. En Brasil, con recorridos más largos, así se hace (y los autobuses también llevan aseo). No van dos conductores, pero cada cierto tiempo en las poblaciones del camino hay un conductor esperando para tomar el relevo.

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