Puerto Maldonado está en la ruta de la llamada Carretera
Interoceánica que une Río de Janeiro con Lima. El pueblo fronterizo peruano es
Iñapari, el brasileño, Assis Brasil, y el boliviano Bolpebra (acrónimo de
Bolivia, Perú y Brasil).
El río Acre, que delimita la frontera por el sur y da nombre
al estado brasileño fronterizo, separa a Assis Brasil de Iñapari y Bolpebra.
Estas dos poblaciones están a su vez separadas por el río Yaverija que es un
afluente del Acre por su derecha.
El viaje desde Puerto Maldonado se hace en “”vanette”, no
hay autobuses. Las empresas que prestan el servicio están próximas al mercado
Punto Azul y salen aproximadamente a las horas en punto.
La carretera es como una nacional en España, bien
conservada, y la selva ha desparecido en dos o tres kilómetros a ambos lados, sustituida
por terrenos cultivados o por pastos para el ganado. Son frecuentes unos
carteles verdes con el texto en blanco “PROTEJAMOS LA NATURALEZA” de buen
tamaño. Es la ironía del Ministerio de Agricultura peruano.
En cuatro horas llegamos a Iñapari. He de esperar para pasar
el control de Emigración porque no hay luz. Iñapari es un pueblo caminero que
ha crecido a lo largo de la carretera.
El río Acre se cruza por el Puente de la Integración y se
llega a la aduana (alfàndega, en portugués) brasileña, un lugar en mitad de la
nada con un edificio espectacular. Brasil es un país imperialista y cuida mucho
las formas en ese sentido.
Un motocarro-taxi me llevó hasta allí. Eran las dos de la tarde
y después del trámite en la Policía Federal tuve que esperar una hora hasta que
finalmente apareció un taxi de Assis Brasil que me llevó a la Plaza de Armas y
allí encontré otro taxi al que le faltaba un pasajero para completar el viaje
hasta Brasileia, primera ciudad con autobuses después de la frontera.
Brasiléia está en la parte convexa de un meandro del río Acre, a dos horas de coche de la frontera. En la parte cóncava está Cobija, que es boliviana.
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